Entrevista a Fernando Cayo: «Me gusta transitar por personajes que me lleven a una búsqueda, a un aprendizaje…»

Fernando Cayo es un actor, director, profesor de Artes Escénicas y músico vallisoletano, que además es miembro fundador de la Academia de las Artes Escénicas. Quizá su faceta más reconocible sea la de actor, pues presenta una amplia trayectoria tanto en el campo audiovisual como en teatro. La casa de papel, Hasta el cielo o La fortaleza son algunos de los últimos títulos en los que hemos podido verlo en cine o televisión y Cuento de Navidad o Por todos los dioses sobre los escenarios. Un actor con una consolidada carrera, que ha demostrado una gran versatilidad, alternando tanto papeles de humor como dramáticos.

Comenzamos con el futuro, ¿cuáles son los próximos proyectos en los que te podremos ver?

El año pasado rodé en México una intervención en la segunda temporada de Travesuras de la niña mala, adaptación de la novela de Vargas Llosa para Vix+. Luego estuve rodando El instinto, una película de Juan Albarracín que puede que se estrene este año, y Padres, una película de José Ángel Bohollo que rodé en Tenerife. Ahora estoy rodando La favorita 1922 que es una serie de época que se emitirá en Telecinco, ambientada en la España convulsa de aquellos años y con un elenco encabezado por Verónica Sánchez y Luis Fernández. En otoño estrenaremos en Valladolid la versión teatral de Los lunes al sol dirigida por Javier Hernández-Simón y producida por G y G Distribuciones y que tiene una gran gira prevista.

Hace poco, en diciembre y enero, estuviste de gira con Cuento de Navidad, ¿qué tal ha sido trabajar en este clásico e interpretar a un personaje como Scrooge?

Siempre he sido un seguidor de Cuento de Navidad, de las distintas versiones cinematográficas que ha habido…, y Scrooge es uno de esos personajes que ha formado parte del imaginario infantil y familiar. Interpretarlo fue un regalo precioso, fue encontrarme con alguien que conocía desde hace mucho. Es un personaje muy potente, que vive en la oscuridad y que viaja hacia la luz, y ese tipo de catarsis siempre se agradece. Esta adaptación, siendo para un público familiar, mantiene el espíritu de Dickens y es una puesta en escena muy colorista y musical, y que cuenta con un elenco maravilloso. Los dos años que lo he interpretado ha sido un placer y ha tenido una acogida muy buena. Las navidades anteriores, en 2022, estuvimos en Madrid, en Zaragoza y en Valladolid, y en estas fuimos a Valencia y repetimos en Zaragoza.

¿Qué tipo de papel o personaje es el que más cómodo interpretas?

Lo que realmente disfruto más en el escenario es la comedia. Estudié en Italia en la Scuola Internazionalle dell’ Attore Comico de Antonio Fava y gran parte de mi base formativa tiene que ver con la Commedia dell´Arte, con el bufón, con el clown y con ciertos personajes que implican fisicidad. Por ejemplo, la comedia El peligro de las buenas compañías tenía un toque clownesco muy potente o lo que hice algunos años con Páncreas dirigida por Juan Carlos Rubio. Con la comedia puedes contar cosas muy profundas, pero de una manera muy liviana.

Algo de ello hay también en Por todos los dioses, ¿no? El tercer espectáculo con tu productora Pachamama tras Salvaje y La terapia definitiva.

Sí, ahí confluyen el cabaret más transgresor y la crítica social y política en un recorrido psicodélico muy divertido y de complicidad con los espectadores, a través de la mitología griega. Digamos que los espectáculos que siento más propios son los que tienen que ver con la creación, espectáculos con mucha música directo y una crítica social y política importante.

¿Cuál es el tipo de papel que más te piden para interpretar? Y ¿por qué crees que es?

En teatro he hecho protagonistas muy diversos, desde El príncipe de Maquiavelo a La vida es sueño de Calderón de la Barca, comedias como Páncreas o monólogos sobre la muerte del padre como Inconsolable. Me gusta transitar por personajes que me lleven a una búsqueda, a un aprendizaje, con ellos y con el equipo que estoy trabajando.

En el audiovisual sí que te marcan más perfiles concretos. Me han pedido, en general, muchos jefes. Desde Napoleón en El ministerio del tiempo a personajes como Ventura, un jefe anarquista en La señora. He pasado también por ser el jefe de una redacción El caso. Crónica de sucesos o el coronel Tamayo en La casa de papel. En general me piden muchos perfiles relacionados con la autoridad o con estatus alto, imagino que porque les proporciono lo que estás producciones necesitan.

¿Qué se pierde siendo actor?

Yo creo que se gana mucho. Para mí lo más interesante de la carrera de actor es enfocarla como un camino de crecimiento personal. He impartido clases de interpretación y todos estos años de esta otra vocación que es la pedagogía, me han enseñado a recapitular todo lo que había aprendido de otros maestros y gran parte de ese recorrido y ese aprendizaje tiene que ver con el crecimiento personal. Al ponerte en la piel de otros personajes se llega a conocer bastante bien al ser humano y para poder interpretar a otros, primero te tienes que conocer muy bien a ti mismo, el control de tus emociones, de tu cuerpo, de tu voz… Aprender a interpretar para mí es aprender a vivir.

Sí que hay una serie de cosas que tiene la profesión, como tener que viajar mucho. De hecho, los tres últimos meses del año anterior estuve fuera de mi casa entre rodajes y Cuento de Navidad y sí que pierdes cierto grado de vida familiar, y sí que es verdad que eso de estar anclado a un lugar y generar cierta estabilidad se pierde un poco con la carrera de actor.

¿Cómo fueron tus inicios en Valladolid?

Estudié en la Escuela de Arte Dramático de Valladolid y enseguida empecé en el teatro actuando con distintos grupos: Teatro Estable de Valladolid, Rayuela Producciones Teatrales… Luego me fui a Italia a estudiar y cuando volví estuve yendo y viniendo entre Madrid y Valladolid, donde hice muchos espectáculos de teatro de calle con Teatro Guirigai, además de hacer muchas giras por todas partes, tanto en España como fuera. Tras estar unos diez años haciendo teatro independiente de distintas maneras: teatro de calle, espectáculos de humor en cafés-teatro, bares… en 1997 empecé mi carrera en el audiovisual con Manos a la obra.

A nivel profesional, ¿cuál es el cambio más significativo en Fernando Cayo desde aquellos comienzos?

Los cambios del principio hasta ahora están en conseguir un mayor grado de habilidades a tus herramientas actorales. He pasado por un gran proceso de aprendizaje con distintos maestros y maestras. En audiovisual suelo trabajar con un coach de Los Ángeles Bernard Hiller que me ayuda a crecer mucho en cada papel o con Vicente Fuentes que ha sido asesor de verso de la Compañía Nacional de Teatro Clásico durante muchos años y con el que suelo profundizar en los trabajos de texto. El cambio más significativo ha sido el aprendizaje en el que he tenido la suerte de implicarme, ha sido uno de mis acicates en la profesión y mi curiosidad me ha llevado a ir creciendo como interprete durante todos estos años.

¿Ha cambiado mucho la industria del cine en España desde entonces?

Ha cambiado en muchos sentidos, sobre todo en el aspecto técnico y en los últimos años en la proyección internacional que han tenido los trabajos. El hecho por ejemplo de que La casa de papel tuviese millones de espectadores por todo el mundo a través de Netflix ha sido muy importante para toda la profesión. Creo que Netflix se instaló en Madrid gracias al nivel de creatividad, de guion, interpretes, dirección que se ha ido ganando a lo largo de todos estos años y eso ha facilitado la proyección del audiovisual de España en todo el mundo.

¿Un rincón de Valladolid que recomiendas a quien vaya sería…?

A mí hay un sitio que me encanta que es El Pasaje Gutiérrez. Es uno de estos pasajes comerciales al estilo francés que nacieron en España a finales del siglo XIX y es un lugar que tiene mucha magia. Otro lugar que me encanta es el Campo Grande que es el parque que hay en Valladolid, también de finales del siglo XIX, y que está lleno de rincones preciosos. Y por supuesto la Plaza Mayor y todos los lugares de tapas y vinos que hay a su alrededor.

¿Qué hace reír a Fernando Cayo?

Me hace reír de emoción pensar en mi hija, también en mis padres, que ya fallecieron, en la gente que amo. Y reír de comicidad, uno de los grandes artistas italianos como Dario Fo, un magnífico cómico, el heredero de la juglaría medieval pero trasladada a los tiempos contemporáneos, me hacía reír mucho. Misterio bufo es una de sus grandes obras. Me ha hecho reír el humor absurdo de los Monty Python, los grandes cómicos españoles como Gila, Pepe Rubianes, que también tenía un poco el estilo de Dario Fo. Me he reído mucho con los grandes clásicos del cine mudo: Charlot, Buster Keaton.

¿Un escenario o localización en el que no hayas actuado o rodado y que te gustaría hacerlo?

Me gustaría hacer una película del espacio. Soy un gran amante de la ciencia ficción y hacer una película en una nave espacial me encantaría.

Otros lugares que me encantan son los teatros clásicos romanos y griegos en los que he tenido oportunidad de actuar y a los que me gustaría volver. Al principio de mi carrera actué con el grupo de teatro Thiasos dirigido por Rosa García Rodero y estuvimos haciendo Bacantes de Eurípides en todos, o prácticamente en todos, los teatros romanos que hay en España: en Mérida, en Sagunto, Itálica, Tiermes, Segóbriga …

En 2013 se estrenó El consejero, ¿cómo fue estar a las órdenes de Ridley Scott?

En El consejero tengo una escena con Michael Fassbender que rodamos en Londres en un palacete y fue una maravilla estar a las órdenes de Ridley Scott. Además, una de mis películas preferidas es Blade Runner, como te decía antes, soy un gran amante de la ciencia ficción y fue un sueño hecho realidad. Las experiencias internacionales que he tenido en inglés El consejero y McMafia, una serie que hice para la BBC, han sido grandes experiencias. Poder trabajar con el nivel de implicación artística y técnica que hay en estas producciones es una gozada, y eso está marcado por el hecho de que se ruedan solo una o dos escenas diarias. Eso fue lo que me llevé de la experiencia de trabajar con un grande como Ridley Scott, el trabajar con calma, con tranquilidad y que le gustan las cosas vivas y vibrantes.

¿Aprendes de tus personajes? Bueno, más concretamente del coronel Tamayo

Sí, sobre todo aprendí a disfrutar rodando con un nivel de implicación del 100%. Era un personaje que exigía mucha intensidad porque siempre estábamos en una situación de máxima tensión. El hecho de trabajar con una complicidad absoluta con el equipo: con el director Jesús Colmenar, con Koldo Serra, Alex Rodrigo, con todo el equipo de Álex Pina, que es el productor de La casa de papel, fue toda una experiencia de surfear, de estar todo el equipo sumergido en la ola y llevando un nivel de energía e implicación de lo que estábamos haciendo muy grande. Lo disfruté muchísimo y me llevé para mí esa experiencia de trabajo en equipo muy de fusión con el equipo muy grande.

¿Qué tipo de música escuchas?

Escucho prácticamente de todo. Soy un gran curioso de rarezas musicales. Últimamente en mi día a día lo que escucho es mucha música de meditación, que me genera paz, bienestar, música sin letra, casi son vibraciones puras, música que escucho cuando tengo que estudiar, que me ayuda mucho a concentrarme.

Del resto de la música me gusta desde el rock and roll a las últimas tendencias de música urbana, que mi hija Candela me pone al día de cosas que le gustan. He escuchado mucha música clásica, étnica… escucho absolutamente de todo.

Y, para terminar, como en tu profesión tienes que viajar mucho, ¿qué medio de transporte es el que más te gusta utilizar?

El coche. Lo que más disfruto es el coche porque me permite pararme cuando quiero y me permite hacer del viaje un disfrute. Si tengo que ir de un lugar a otro y veo que entremedias hay un pueblo curioso, me paro, me tomo un café o un pincho. Disfrutar es una buena máxima de vida…

Imagen de portada: Siro López

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