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‘El verano que vivimos’ (Carlos Sedes, 2020) Un amor de verano entre los viñedos de Jerez de la Frontera

Año 1998. Isabel, estudiante de periodismo, se ve obligada a realizar sus prácticas en el diario de un pequeño pueblo costero gallego para terminar la carrera. Al llegar, quiere empezar cuanto antes a investigar, a demostrar todo lo que ha aprendido para convertirse en una auténtica periodista. Pero el puesto que le asignan es el último que ella esperaba: la escritura y gestión de las esquelas que llegan a la redacción. Pero esto, que podría parecer en principio algo aburrido, se convierte en la puerta a una investigación que la llevará por diferentes puntos de la geografía española en busca de una historia de amor imposible.

Ir al cine es uno de esos placeres del que se nos ha privado en los últimos meses. La cultura es segura y los cines vuelven a estar abiertos. ‘El verano que vivimos’ es una producción española que será la excusa perfecta para volver a disfrutar de la magia de ver una película sentada en una butaca de cine.

Un verano que duró para siempre

La historia de amor entre Gonzalo (Javier Rey) y Lucía (Blanca Suárez) es una historia de dos amantes que se olvidan del entorno que les rodean y gozan de momentos de amor clandestino entre los impresionantes viñedos de Jerez de la Frontera y bajo unos atardeceres cuidadísimos que nos ciegan con su luminosidad impecable.

Antes de entrar en faena con la fotografía, hay que dedicarle unos párrafos a la historia de amor que aquí se nos relata. En 120 minutos asistimos a una historia de amor fugaz, efímera que no dura más de un verano, pero que para Gonzalo y Lucía se extiende toda una vida. La sensación de fugacidad traspasa la pantalla y a nosotros también se nos queda corta la historia.

La química entre los dos protagonistas es innegable y asombrosamente buena. Blanca Suárez , está sorprendentemente bien, haciendo de andaluza y Javier Rey, en su registro dramático se encuentra notable. Ambos tienen esa atracción incontestable que nos hace meternos en la historia desde el minuto uno.

El contexto que envuelve esta historia y los personajes secundarios, dan a la trama un toque de calidad, que aleja ‘El verano que vivimos’ de cualquier película romántica de sobremesa. Los personajes secundarios importan, de hecho, son los que conducen la historia de Gonzalo y Lucía. Hernán (Pablo Molinero), prometido de Lucía y su hermana Adela (María Pedraza) son dos regalos inesperados, que en ningún momento sabes por donde van a salir y qué va a pasar con ellos.

Lo que sin duda hace de ‘El verano que vivimos‘ una historia atractiva es que, nos suena a real. Muchas son las veces en las que los enamorados son perfectos y no hacen nada mal. En esta película, el amor y la obsesión por estar juntos, lleva a Lucía y Gonzalo a olvidar la humanidad por momentos y a cometer actos que distan mucho del buen hacer. Y es ahí donde ‘El verano que vivimos’ nos arrea un golpe de carácter y nos deja muy claro, que en la vida y en el amor, a veces, no todo vale.

Pasado y presente se entrelazan

El verano de 1958, Lucía y Gonzalo, vivieron una época estival que nunca olvidarían. Lo que pasó después nadie lo sabrá hasta que, Isabel (Guiomar Puerta) decida investigarlo en 1998.

Isabel, estudiante de periodismo en prácticas en un pequeño periódico gallego, se encargará de las esquelas, verá una que le llamará la atención. A partir de ahí, la vida de Isabel se cruzará con la del hijo de Gonzalo, Carlos (Carlos Cuevas). Presenciaremos pues, dos historias muy diferentes que terminarán entrelazándose y que harán de ‘El verano que vivimos’ una historia que merece ser vista.

Jerez de la Frontera es la joya de la película.

Pues sí, dejo para el final, lo que sin duda más me fascinó de ‘El verano que vivimos’ y es su fotografía magistral. Todo en esta película, desde las interpretaciones hasta la banda sonora es notable, pero por encima de todo, tenemos la sobresaliente fotografía.

La tierra del sur de la Península tiene una magia y una luz, que pocos lugares del mundo pueden igualar. El sol de Andalucía es mágico y en ‘El verano que vivimos’ los atardeceres de los majestuosos viñedos de Jerez de la Frontera nos muestran, jugando con la luz y con las sombras, una postal elegante y pulcra de la tierra andaluza, que despierta todos nuestros sentidos y nuestras ganas de teletransportarnos a aquellos parajes tan maravillosos.

Carlos Sedes nos ha regalado un pequeño oasis donde sumergirnos en estos días tan difíciles para el cine. Nos permite disfrutar de una maravilla audiovisual, que nos vuelve a regalar con el disfrute que tiempo atrás nos daba un cine y que últimamente se nos ha sido privado. No solo eso, Carlos Sedes consigue dejarnos con unas ganas locas de volver a viajar y vivir esos atardeceres con los que nos deleitan los rincones de nuestra tierra.

Tráiler

¿Pasa el corte?
Overall
3.8
  • Originalidad
  • Guion
  • Interpretaciones
  • Banda sonora
  • Edición y montaje
  • Fotografía
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Puntos fuertes

  • Una fotografía magistral
  • La química entre los protagonistas
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