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‘Dark’, «todo» sucede «ahora» en el abismo del tiempo

Dark Season 1

Menuda sorpresa me he llevado con ‘Dark’, no esperaba que fuese tan buena y compleja. Algunos dicen que es la ‘Stranger Things’ alemana, ni por asomo compro eso. Más bien, me ha recordado a la francesa ‘Les Revenants’, cuya primera temporada es magistral, y en según qué cosas, salvando las distancias naturalmente, a ‘Twin Peaks’. En absoluto estoy criticando a ‘Stranger Things’, una serie con una factura intachable que cumple su cometido, homenajear continuamente a los años 80 y entretener con una gran aventura con toques de humor muy buenos, pero ‘Dark’, en mi opinión, no tiene nada que ver con aquella. Esta serie alemana, la primera producción de Netflix en Alemania, es un drama serio que tiene como protagonista el tiempo y se sustenta en la paradoja. Puede parecer un galimatías pero realmente al final del recorrido terminan encajando casi todas las piezas del puzzle, sin atropellos ni forcejeos, dejando cabos sueltos para la segunda temporada (espero que no la estropeen). La atmósfera es asfixiante, oscura y fría, muy típico de las series nórdicas.

El argumento es sencillo: tras la desaparición de unos jóvenes, cuatro familias marcadas por la desesperación tratan de entender lo sucedido a medida que van sacando a la luz un misterio que abarca tres décadas. Situada en un pueblo alemán, estas dos misteriosas desapariciones pondrán de manifiesto las dobles vidas y las relaciones agrietadas entre estas cuatro familias (la sinopsis recuerda a las novelas policiacas de la escritora sueca Camilla Läckberg).

Este argumento desarrollado se traduce en los numerosos misterios y secretos que encierra el pueblo, elementos que sirven para presentar el asunto fundamental, el tiempo. La serie se abre con una cita de Albert Einstein: “La diferencia entre el pasado, el presente y el futuro es sólo una ilusión persistente”. Nos pensamos que el tiempo es lineal hasta el infinito y debemos entender que el ayer, el hoy y el mañana no se suceden, sino que están conectados en un ciclo infinito. Todo está conectado, la causalidad (causa y efecto) es evidente.

En muchos aspectos me trajo a la memoria la poética narrativa de Javier Marías, cuya obra literaria es una reflexión incesante sobre el tiempo, imposible de explicar con detalle en este artículo. Sólo haré mención de un par de rasgos.

En primer lugar, el secreto y misterio que envuelve la serie, las zonas de sombra, o la imposibilidad de conocer del todo al otro (lo que sabemos es una gota, y lo que desconocemos es un océano), están muy presentes en los personajes del autor madrileño que consiguen captar el lado en sombra de la realidad, a través del desplazamiento continuo desde lo positivo (lo que necesariamente está) hacia el revés de los hechos (el lado oculto o la causalidad insondable). De hecho, Negra espalda del tiempo, un libro publicado en 1998, investiga en el revés de la trama de la vida, en las casi ilimitadas opciones descartadas, en las numerosas alternativas biográficas desechadas, en las opciones que se perdieron al elegir otras opciones, esa innumerabilidad de hechos no vividos, que, no obstante, forman parte de nuestro existencia (el lado oculto de la vida). El revés de las cosas está en el territorio oculto del tiempo, del ser y de la ficción. Es todo lo que sucede a nuestras espaldas, lo que ignoramos. El tiempo lo abarca todo: lo que es, lo que no es, lo que fue, lo que no fue y lo que podría ser.

En segundo lugar, en la serie está la idea de que todo se repite como en un eterno déjà vu (el eterno retorno de Nietzsche), da la sensación de que ya hubiera sucedido. Y, sobre todo, el hecho tan importante en ‘Dark’ de que nada cambia, sino que todo permanece en la rueda que gira y gira dando vueltas en círculos. Un destino se enlaza con el siguiente, mediante un hilo de color rojo sangre que une todos nuestros actos. Nada ni nadie pueden deshacer estos nudos, sólo pueden ser cortados, aunque los vínculos invisibles no se pueden cortar (en toda esta tesis está presente el hilo de Ariadna, un mito griego). Este asunto también me evocó al escritor madrileño, quien entiende el pasado como si se tratara de una mancha de sangre, que aunque se limpie, sigue estando allí. Creemos que las cosas, una vez son canceladas, borradas o silenciadas, es como si nunca hubieran existido, es decir, una vez que desaparecen, es como si nunca hubieran sido. Y no es así, por lo menos para Marías, que considera que es algo que se acumula permanentemente y dejará de hacerlo cuando no haya nada más que acumular. Si nos damos cuenta, el orden, la continuidad y la linealidad que le damos a nuestra existencia es una quimera. Y, sobre todo, la importancia que le conferimos a los hechos vitales, de los que pensamos, a veces, que son únicos e irrepetibles, cuando en realidad se han dado innumerables veces. Si contemplamos este concepto del pasado, entonces, todos los ayeres laten bajo la tierra, el tiempo también los contiene, lo cual indica que, de alguna forma, “todo” ocurre “ahora”. Nosotros somos meros cabos sueltos en el tiempo.

Como vemos, el tiempo inunda toda la serie en donde aparecen muchos relojes y conceptos íntimamente relacionados con la temporalidad, como los agujeros negros que engullen sin devoluciones todo cuanto absorben, igual que el tiempo que devora tarde o temprano todo cuanto existe. Esto nos permite preguntarnos si el tiempo y el espacio también desaparecen por estos “vacíos” que conectan pasado, presente y futuro o, por el contrario, están conectados entre ellos en un ciclo infinito.

La serie también tiene resonancias bíblicas (símbolos, plagas, nombres, frases) y, con ellas, anuncios apocalípticos (un personaje persiste en declamar la tragedia ‘Volverá a suceder’). La simbología y los nombres son de vital importancia. El número 33, por ejemplo, es una constante en estos 10 episodios, una cifra fundamental: La Divina Comedia de Dante está dividida en tres partes (Infierno, Purgatorio y Paraíso), cada una de las cuales consta de 33 cantos, que con el canto introductorio suman un total de 100 cantos.

En su cabecera se nos revela su intención, mostrar la dualidad inherente de cada uno de nosotros (que tenemos un pie en la oscuridad y otro en la luz) a través de esas reduplicaciones tan propias de las obras de Johann Wolfgang von Goethe. Una serie oscura y compleja, puede confundir un poco, que trastoca algo esencial del género policiaco (al fin y al cabo se trata de averiguar quién está detrás de las desapariciones), la pregunta que, en este caso, no es ‘cómo’ ni ‘dónde’, sino ‘cuándo’, cuestión que debemos plantear para adentrarnos en la oscuridad del abismo del tiempo.

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