Y…, andaba el panadero de la villa aburrido en su lánguida y repetitiva vida, de escasas aspiraciones, cuando encontró distracción amena y entretenida en esa nueva vecina, hermosa y deslumbrante, e inglesa para más señas, de nombre igual que la espléndida obra ‘Gemma Bovery’ cuya osadía, traición, dolor y tragedia de un amor imposible se perciben en cada una de sus brillantes hojas.
Porque “no ocurre nada pero, al mismo tiempo es interesante” esa desdoblación entre, la invención de Posy Simmonds para su obra, y las referencias literarias a la mencionada para enmarcar un fisgoneo cauto, dulce y subversivo de quien despierta de su letargo emocional, de su aparcamiento sexual y retorna a la existencia a través de una cultivada imaginación que une piezas, para adornar una realidad mucho más mundana.
Ese es su gran carisma y atractivo, el poder de entrelazar ese visionado cine con una escrita literatura a través de los ojos, pensamientos y cavilaciones de un hombre desganado que no soporta su anoréxico y circular, monótono y uniforme día a día.
Porque el cliché de la felicidad de vivir en el campo, de encontrarse uno mismo a través de su calma y tiempo ralentizado es tan superfluo como la exquisitez y virtud de la comida y el vino francés, cierto por un lado pero, trampa por otro, pues deja por mencionar los variados sinsabores de estar en esa maravilla de acogida de la vida campestre.
Bellas ruinas inmortales e imperecederas, estáticas y reiterativas en su ofrecimiento de pasatiempo y porte, y pocas alternativas para una letrada razón que verá compensada su letanía con ese hallazgo de la sensualidad, pasión, engaño y sufrimiento posterior a través de la observación de un ángel, de su mirada, del roce de su piel y el encubrimiento cómplice de esa alegre frescura y desvergonzada soltura de quien se siente amada, satisfecha y muy ocupada en sus fervorosas ocupaciones.
Es bonita, rica y entretenida, cálida y gustosa en estado pausado, esa tranquilidad de un caminar que apenas narra para contar cosas serias, en ese tono de humor chispeante de estar husmeando en la vida ajena e inmiscuirse, sin permiso y sin tener en cuenta los sentimientos en juego ni su posible desenlace.
Cómica, afable y graciosa su guión realiza una perspicaz mezcolanza de alusiones a la majestuosa obra de quien toma prestado su nombre, lo suficiente para recordar los puntos referidos y observar con gratitud y picardía la habilidad para su ensamblaje aunque, no lo suficiente para acudir presto a informarse de ella, en caso de desconocimiento personal de la misma.
Su impulso ni es tan bravo ni su intensidad tan devoradora pero, Frabrice Luchini invita a prestarle atención, mientras se deja llevar por su embelesamiento entusiasta y amoroso por una Gemma Arterton que adecua su papel irresistible, de quien quiere ser su romeo y debe conformarse con ser el perro del hortelano, que ni come ni deja comer, en ese “graduado” que, sin duda, le gustaría protagonizar para aliviar su vacua y cargante rutina.
Humanidad y desenfreno, todo ello enfocado a unos rostros tiernos, sensibles y apetecibles que hablan por si solos gracias a una dirección cercana de la cámara de Anne Fontaine que busca el cuerpo, su insinuación y provocación, la locura de un apasionado descontrol que cualquiera puede sentir por quien menos se lo espera, para convertirse en quien menos pensaba.
La primavera la sangre altera, y en la deliciosa Normandía, cuya delicada y matizada fotografía la presenta con delicia de lugar para vivir y retirarse, hace que un cordial hombre pierda los papeles y de paso a ser ese vecino indiscreto e impertinente.
Comedia sana, sociable y querida que se saborea lentamente, sin prisas y a ínfimos sorbos, como destapar una botella de vino, oler su sugestivo aroma, servirse una copa, dejar que repose su contenido, aspirar su esencia, cogerla con mimo y proceder al placentero momento de su degustación merecida pues, al final, este pícara historia universal, de amores, desamores y sus líos, se consume y abraza con facilidad y grata ligereza.
Tómate esa copa de vino y observa su curioseo.