‘Macbeth’ (Justin Kurzel, 2015)

“Esa engañosa palabra mañana, mañana, mañana, nos va llevando por días al sepulcro, y la falaz lumbre del ayer ilumina al necio hasta que cae en la fosa”.

‘Macbeth’ (5º Acto, Escena V), William Shakespeare.

Orson Welles, Akira Kurosawa, Roman Polanski fueron grandes realizadores que decidieron dar su visión particular del clásico de Shakespeare ‘Macbeth’. El australiano Justin Kurzel para su segundo largometraje se atreve con una de las obras más importantes de la literatura universal. Una barra muy alta no sólo por ser ‘Macbeth’ sino por tener de precedentes a los cineastas tan reconocidos que aparecen al inicio del párrafo. Exhibida dentro de la Selección Oficial del 68º Festival de Cannes.

Duncan, rey de Escocia, logra la victoria frente a los noruegos gracias a la ayuda inestimable del Barón de Glamis, Macbeth, y de Banquo, amigo del barón y general de su ejército, en batalla. Al volver de la lucha, tres brujas (las Hermanas Fatídicas) se aparecen a los dos guerreros a los que felicitan por sus hazañas en la pelea. A Macbeth le predicen que será nombrado Barón de Cawdor y que después se alzará con el trono de Escocia. A Banquo le auguran que será el progenitor de una estirpe de reyes. Macbeth, descreído, ignora dichas premoniciones hasta que el bondadoso rey Duncan le nombra Barón de Cawdor. Es en ese momento cuando, ayudado por su esposa Lady Macbeth, llevará a cabo una ambiciosa empresa para alzarse con la corona.

Kurzel no ha querido jugársela mucho con su versión del clásico. Sin embargo, eso no significa que defraude en su propuesta. Más bien lo contrario, ha sabido elegir un grupo de buenos guionistas que han utilizado fielmente las fuentes originales. Esta deja una obra que va a caballo entre lo barroco y lo moderno, más inclinado hacia lo clásico. El realizador australiano ha apostado por darle a su ‘Macbeth’ una majestuosidad implacable e impetuosa, en la que niebla cubre de violencia y azufre una guerra y un destino trágico arrastrado por la ambición.

Cierto es que Kurzel le resta solemnidad a la historia y prescinde de la teatralidad que la obra desprende naturalmente para crear un relato cercano a los movimientos actuales sobre cine y series de la Edad Media. La cinta gana puntos gracias a sus intérpretes, que hacen alarde de sus dotes no sólo cinematográficas sino de su curtida experiencia también bajo las tablas.

Michael Fassbender es un Macbeth violento y atrapado después por sus propios fantasmas que la ambición y sus acciones traicioneras le han provocado, llevando su destino a un final trágico. A su lado está una magistral Marion Cotillard, que vuelve a demostrar por qué es la infame femme fatale del cine francés. ‘Largo domingo de noviazgo’ fue su presentación mundial, ahora llega convertida en una Lady Macbeth convertida en la propia representación de la perdición y la antítesis femenina.

Hipnótica, fiel a la fuente, interpretaciones magistrales. Todos esos elementos dejan que esta versión de ‘Macbeth’ sea la mejor hecha en décadas. Sin embargo, y pese a estar magníficamente rodada, Kurzel no tiene la personalidad cinematográfica que tuvieron esos grandes que fueron Welles, Kurosawa y Polanski. Esto no desluce al resultado final, cierto, pero sí se echa algo en falta. Pese a ello, se está ante un largometraje señorial y regio y que es digno de ser descendiente del clásico de Shakespeare.