La animación alternativa, aquella a la que le cuesta encontrar financiación, no es que sea más interesante que la de los grandes estudios consolidados de Hollywood; sino que interesa más al analista para ver qué es capaz un estudio con menos recursos o sin tanta fama y abismales presupuestos para contar una historia con personalidad o simplemente qué puede hacer. ‘La leyenda de Sarila’ es una combinación agridulce de estas intrigas.
Una tribu de esquimales que vive en la tundra ártica de la antigua Canadá se ve amenazada a la extinción debido a la desaparición de los animales con los que se alimentaban. No saben el porqué de semejante suceso, lo que desconocen es que el anciano chamán de la tribu, Croolik, ha desterrado a la diosa bienhechora que les proporcionaba flora, fauna y sustento. La anciana mujer de Croolik, enemistada con él, recuerda que existe una antigua leyenda sobre la tierra de Sarila, un lugar sagrado donde hay bienes en abundancia, pero al que sólo pueden acceder los elegidos por los dioses. El chamán, viendo peligrar su condición, envía al joven Markussi –que también tiene poderes para ser hechicero– para encontrar ese legendario paraíso. Pero no irá solo, le acompañarán sus inseparables amigos Poutulik, el hijo del jefe de la tribu, y Apik, la prometida de éste; junto con Kimi, un lemino que es la mascota de Apik.
Esta historia de animación llega a las salas españolas con dos años de retraso a su estreno en su Canadá natal. Algo que sorprende es su tosca animación que le da aspecto de videojuego. Sorprende que una cinta del 2013 tenga un estilo de animación similar al de ‘El bosque animado’ que es de 2001 y sus medios eran menores. Con todo, fue la primera película de animación 3D de Canadá, que ya mejoró su destreza en esto con ‘Operación cacahuete’, y con un coste de 8,5 millones de dólares es comprensible una animación tan básica (del mismo modo que se le perdona a ‘La increíble, pero cierta, historia de Caperucita Roja’ su estilo de animación), que incluso le da cierto toque vintage que recuerda a las primeras películas en 3D que triunfaron como ‘Toy Story’ o ‘Antz (Hormigaz)’.
Esta propuesta gana puntos no sólo por ese toque a 3D antiguo sino por la elección de su historia y la forma en que pretende dar su mensaje. Elegir una historia inuit es una forma de mantener el patrimonio cultural del país así como de transmitirlo. Mejor ejecutada que ‘Hermano oso’ en esta sentido, se agradece mucho que se seleccione protagonistas que provienen de la cultura popular para contar un relato nuevo, moderno pero con los valores del cuento. En esto, salvando las distancias, recuerda a Tomm Moore y sus dos grandes obras maestras: ‘El secreto del libro de Kells’ y ‘La canción del mar’; aunque ambas juegan en otra liga que no es la de ‘La leyenda de Sarila’.
‘La leyenda de Sarila’ es un bienintencionado relato acerca de la amistad, a favor del bien colectivo y que muestra cómo el egoísmo y el rencor son tan negativos que son capaces de arrastrar a todo un pueblo al abismo. Se puede ver también cierto mensaje ecologista a favor del desarrollo sostenible y en melodía con el medio ambiente. No es una gran obra maestra de la animación, otros filmes del mismo género la superan. Sin embargo, eso no impide que sea un material didáctico e ideal para los más pequeños de la casa y que sirva para enseñarles otras culturas que el cine más convencional no suele mostrar.
Un buen filme que sirve de calentamiento para otros que vendrán después de él y que, estos sí, prometen ser dos obras maestras de la animación contemporánea que son la ya nombrada ‘La canción del mar’ y ‘Minúsculos: El valle de las hormigas perdidas’.