Crítica de ‘Those About to Die’. Pan y circo | Amazon Prime

Roma, año 79 d.C.: el centro del Imperio Romano es la ciudad más rica del mundo, y existe una gran afluencia de esclavos obreros del creciente imperio para encargarse del trabajo. Se mantiene a raya a la población romana -aburrida, inquieta, y cada vez más violenta- gracias a dos cosas: pan y circo; sangre y deporte. Y cuando el gusto del pueblo por el entretenimiento se vuelve más sanguinario, se diseñará un estadio especialmente para los combates de gladiadores: el Coliseo.

Con independencia del absurdo que me parece la no traducción al castellano de su título original—traslación, a su vez, del Morituri latino, primera parte del célebre Morituri te salutant (Los que van a morir te saludan—, sorprende la animadversión concitada por ‘Those About to Die’. De acuerdo en que está a años luz de ‘Roma’ (‘Rome’, 2005-2007) y que incluso la tontísima saga ‘Spartacus’ (ídem, 2010-2013) parece a su lado las ‘Meditaciones’ de Marco Aurelio; pero no es menos cierto que hace tiempo que de la «Edad de Oro de la TV» pasamos a la bulimia de las plataformas de contenidos y que ‘Those About to Die’ no es peor que la gran mayoría de bodrios de que éstas se nutren.

De cualquier producto que tenga detrás a Roland Emmerich —y a Robert Rodat y a Marco Kreuzpaintner— cabe esperar diversión a raudales y muy escasos, por no decir que inexistentes, tiempos muertos durante los que ceder a la tentación de preguntarse por la calidad real del tumefacto pandemónium al que estamos asistiendo, mucho menos para transmitir un mensaje no ya profundo, sino moderadamente articulado. Así, ‘Those About to Die’ se regodea con fruición porcina en el (ab) uso de la CGI para reconstruir la Roma imperial y sus violentos espectáculos públicos. En ese marco tan poco naturalista, como de intro de videojuego, los acontecimientos se suceden con la anfetamínica cadencia antedicha. Supongo que ahí estriba el desaliento de numerosos críticos, especialmente a causa de un arranque en el que personajes, tramas y escenarios, más que presentados, nos son arrojados a la cara sin solución de continuidad ni contemplaciones.

Ahora bien, superado ese desconcertante primer episodio, no diré que la serie se remanse, ni mucho menos; pero sí nos permite disfrutar de un gozoso florilegio de carreras de cuadrigas, conspiraciones palaciegas, degüellos traperos y cuerpos serranos que, con el ineludible peaje woke y a su modo tan pedestre como se quiera —la coherencia argumental no se cuenta entre sus puntos fuertes: abundan el subterfugio, los imposibles lógicos e histórico-artísticos, el síndrome del villano parlanchín y hasta los fallos de raccord—, agradará a los nostálgicos de cuando HBO no era Max, ‘Juego de Tronos’ (‘Game of Thrones’, 2011-2019) no era ‘La casa del Dragón’ (‘House of the Dragon’, 2022-Actualidad) y sordidez e incorrección política no habían sido todavía proscritas de las pantallas. Que sí, que ‘Those About to Die’ está en Prime, pero creo que se entiende la analogía.

En el apartado interpretativo, el gran gancho promocional de la serie es el veteranísimo y laureadísimo Anthony Hopkins, con cuya presencia en el papel del emperador Vespasiano me figuro que se quería dar un barniz de respetabilidad a un producto tan rabiosamente lúdico que ni maldita la falta que le hace. Como si sus responsables hubieran decidido sobre la marcha despojarse de cualquier complejo, su participación queda reducida al mínimo imprescindible como para figurar en los títulos de crédito, y sobre cuarto y mitad de la temporada hace mutis por el foro, pasa la factura y a otra cosa. Iwan Rheon compone un personaje razonablemente turbio, un gánster un par de milenios avant la lettre al que, no obstante sus esfuerzos arduos y denodados por incorporar capas a los sociópatas que suelen caerle en suerte, en este caso le falta ese punto crueldad en base al que ha hecho carrera.

Más acertados encuentro a algunos miembros del reparto con menos nombre y un rol, a priori, secundario. Sara Martins encarna a una madre coraje capaz de mover Roma con Santiago para salvar a sus tres retoños. La calma y el ademán felinos que, pese a las —complejas es poco— circunstancias, imprime a sus tejemanejes contrasta con la tensión sempiterna que a Iwan Rheon se le adivina en el cogote, supongo —e insisto— que por no poder cometer (aún) más fechorías. Dimitri Leonidas entrega un divertidísimo auriga. Su arrogante, borracho y putero Escorpo, favorito de la plebs, lo sería también de los espectadores de la serie si Jojo Macari no se hubiera metido en la toga del pérfido (futuro) emperador Domiciano. Al joven actor británico sí se le obsequia con barra libre de tropelías, lo que, sumado a una técnica que transita del histrionismo al brote psicótico, hace de él el alma bizarra de una fiesta de la que ojalá tengamos segunda temporada.

Overall
2.8
  • Originalidad
  • Fotografía
  • Edición y montaje
  • Banda Sonora
  • Guion
  • Interpretaciones
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Cosas buenas:

  • La honestidad de sus responsables para dar lo que prometen; de ahí que no se entienda la animadversión de tantos críticos, a sueldo o por hobby. ¿Qué esperaban? ¿‘Yo, Claudio’?
  • El desacomplejado espíritu lúdico que alienta en cada fotograma, a prueba de incoherencias argumentales e históricas. 100% Roland Emmerich, o sea, diversión garantizada.
  • Jojo Macari en la piel de Domiciano. No sé si más psicopático que carismático o viceversa; pero, en cualquier caso, el alma de la fiesta.

Dónde ver Those About to Die

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