‘Suite francesa’ se ha convertido no solamente en el regreso de la nominada al Oscar, Michelle Williams, sino también del director Saul Dibb, que cautivo a los espectadores con ‘La Duquesa‘, en esa ocasión, con Keira Knightley, también nominada al Oscar. No es extraño que el director británico haya optado por una adaptación basada en la contienda de la Segunda Guerra Mundial, más en concreto en la Francia ocupada, basado en una novela inacabada de Irène Némirovsky.
La historia nos sitúa en una campiña francesa, las localizaciones elegidas son muy acertadas, ya que consiguen transportar al espectador a un drama de época. Se pueden encontrar diferentes estratos sociales, inclusive antes de la llegada de los alemanes. Una visión de la penuria de la Segunda Guerra Mundial, algo en contra para el film, ya que otras cintas ambientadas en la misma época han resultado más crudas y con un impacto visual más potente, por lo que no llega impresionar o mostrar una innovación, sino meramente situar la historia para que la lógica de la trama no se pierda.
El problema surge nuevamente con la incoherencia de idiomas, al ser una producción británica en su mayor parte y contar con un reparto extranjero, pese a encontrarse en una campiña francesa, hablan absolutamente todos un perfecto inglés, mientras que se escuchan los anuncios de la radio en francés. Lo único que sigue una congruencia es el alemán que hablan entre ellos los soldados nazis, aun así, la película transcurre en su mayoría en la lengua anglosajona. Un error que suele cometerse cuando se realizan películas de producción anglófona en un país que no se habla inglés.
Las interpretaciones, encabezadas por Michelle Williams y Kristin Scott Thomas, dan verosimilitud a sus personajes. Aunque se puede llegar a pensar que Williams está demasiado comedida, el problema no lo tiene ella, sino su personaje. Una heroína de novela que no muestra un cambio degradado sino más bien, sigue un estilo muy parecido durante todo el film, llegando a veces a parecer un personaje demasiado constante, donde apenas se ven las contrariedades y dificultades que debería mostrar una mujer en su situación. Williams capta la esencia de Lucile, ya que sabemos que puede llegar a ser un torrente sexual si lo desea, como se pudo en ver en ‘Mi semana con Marilyn‘, donde interpretó a la propia Marilyn Monroe, que pese no acompañarle su parecido físico, consiguió embaucar tanto a crítica como a audiencia.
Kristin Scott Thomas en cambio, sí muestra estos cambios y la evolución del personaje, una viuda que tiene a su hijo en el campo enemigo, hace que se vea su rudeza y frialdad, una madre rota por dentro que paga su dolor con el resto, creando la imagen de malvada, en la cual se puede ver que nuevamente, los malos no son tan malos, por lo que humaniza a su personaje hasta el punto de llegar a entenderla. Algo complicado, tratándose de la antagonista principal.
No puede faltar la mención especial a la joven actriz Margot Robbie, con tan solo 24 años ha conseguido escalar en los últimos años en la industria cinematográfica. Pese a realizar su debut cinematográfico con ‘Una cuestión de tiempo‘, la fama le llegó en ‘El lobo de Wall Street‘, donde muchos catalogaron su actuación como el de una «tía buena haciendo de una tía buena, pero haciéndolo bien», después de compartir cartel con Leonardo DiCaprio, la joven ha demostrado sus grandes dotes interpretativas, en esta cinta vuelve a hacerlo, mostrándose totalmente irreconocible, convirtiéndose en una de las ‘parias’ del pueblo y mimetizándose de tal forma con su personaje, que en ningún momento ves a Robbie. Una gran actuación para una joven con una carrera prometedora, además de ser una de las interpretaciones mejor realizadas del film.
El toque romántico no falta, pero llega en exceso, demasiado edulcorada en algunas partes, opacando la crudeza de la historia, que no deja de ser una ocupación a la fuerza. Las fechorías y desgracias que perpetra el nazismo en el pueblo, se ven ensombrecidas por la relación idílica que se intenta mostrar entre el soldado y Lucile, el problema es que esta relación tampoco sigue un ritmo óptimo, sino que llega a ser un poco abrupto en algunas partes.
A su favor, además del cuidado de la imagen, las localizaciones y varias de las interpretaciones mencionadas, es la música. Acompañando y siendo protagonista de la acción, no deja de encajar perfectamente con lo que se está contando, la voz en off junto al instrumental da la sensación de estar viendo una fábula visual, algo difícil de encajar entre el público, pero que ha funcionado a la perfección en la película de Dibb.
En conclusión, ha sido una película que puede llamar la atención en plena época de estrenos, coincidiendo además con la Fiesta del Cine, aun así, no es una película convencional, porque no es el típico drama romántico de telefilme, pero lejos queda de convertirse en una obra maestra y en una gran adaptación literaria, lo que sí es verdad es que se ha convertido en un bonito homenaje para su autora y su trágica historia, ya que Irene Némirovsky no pudo terminar su obra al ser traslada al campo de concentración Auschwitz y fallecer ahí.