Como dijo Oliver Wendell Holmes: “La memoria es como una red; uno la encuentra llena de peces al sacarla del arroyo, pero a través de ella pasaron cientos de kilómetros de agua sin dejar rastro”. El tándem que conforma el matrimonio de directores Richard Glatzer y Wash Westmoreland ha ido evolucionando paulatinamente de una forma singular. Su primer filme conjunto fue ‘The Fluffer (El estimulador)’, un curioso relato sobre un asistente de cámara de pornografía gay que “estimulaba” a los actores durante los descansos, la trama está inspirada en las vivencias reales de uno de los directores pues trabajó en esta industria antes de saltar al cine convencional. Después empezarían a rodar cine más enfocado hacia las relaciones personales como la estupenda ‘Quinceañera’ o la desacertada ‘La última aventura de Robin Hood’, recientemente estrenada en España.
Con ‘Siempre Alice’, los cineastas se redimen de los errores de su anterior film para volver a contar una historia sobre relaciones y, sobre todo, un relato más íntimo. Basada en la novela homónima de Lisa Genova, la doctora y catedrática en Filología Inglesa, Alice Howland, ejerce con esmerada dedicación su profesión como profesora de Lingüística en la Universidad de Nueva York. Sin embargo, siente que empieza a tener ligeros olvidos de manera frecuente. Cuando asiste al médico le informa de la peor de las noticias, padece un inicio prematuro de la enfermedad de Alzheimer, algo inusual para su edad. Pese a la dramática situación, Alice luchará en lo posible para manejar su vida al tratar con la enfermedad, su trabajo, amigos y familia.
Esta propuesta ha sido inteligentemente desdoblada en dos perspectivas. Se abre el telón con una mujer que celebra sus 50 años en familia, cómoda con su edad y con una mirada segura y madura. Es la Alice del inicio, la que es dueña de sí misma, es la mujer independiente, culta y autodidacta que ha deseado ser, la que sabe quién es, la que se agarra a las palabras como si fueran un clavo ardiendo. Porque hasta la mitad del filme, ella es la protagonista en primera persona. Sabiamente, conforme va pasando el metraje, el filme se torna desde un punto de vista omnipresente, que es cuando la enfermedad le va ganando la batalla a la protagonista. En esta transición, los directores, y también guionistas puesto que también se han hecho cargo del guion, han sabido sortear la peligrosa línea de lo sensiblero de lo real.
Eso es gracias a su acertado casting, principalmente el de la protagonista. Julianne Moore es el alma y corazón del largometraje. Aunque suene mal, este papel es para el excepcional lucimiento de la actriz. Llamada la mejor intérprete de su generación, la versatilidad que tiene para introducirse en papeles, en ‘Siempre Alice’, es su mejor exponente; ya que interpreta a dos personas diferentes y una de ellas entra en un lento y angustioso proceso de descomposición emocional. El Alzheimer es una enfermedad diabólica ya que la memoria es lo que hace que se sea quien es, es la que hace que perduren los recuerdos, las marcas de la vida que conforman el ser de la persona; sin ella, no se es dueño de sí mismo y la existencia queda vacía. Ese horrible mal es mostrado realmente por Julianne Moore, otorgándole uno de sus papeles más complejos.
Una de las principales virtudes de esta propuesta es que ha sabido ser respetuosa con lo que muestra y que apuesta por la actuación de su actriz principal. Sin embargo, si se resta a Julianne Moore, se está ante un correcto film con algún defecto en su banda sonora, que provoca excesos de dramatismo en algunas escenas; y con unos personajes apenas esbozados, sobresaliendo ligeramente Kristen Stewart como esa hija rebelde que, al final, es quien mejor apoya y comprende a su madre. La joven actriz demuestra que funciona muy bien en papeles de reparto. También Alec Baldwin, que aunque aparezca brevemente, representa bien a ese marido que apoya hasta el último momento a su pareja. El matrimonio de cineastas acierta en contar relatos donde se implican emocionalmente, ya que uno de los directores conoce de primera mano lo que es padecer una enfermedad incurable como es la esclerosis lateral amiatrófica. Ya lo dijo en su momento Friedrich von Schiller: “Una memoria ejercitada es guía más valiosa que el genio y la sensibilidad”.
La combinación de la majestuosa interpretación de Julianne Moore como del respeto y dignificación que se hace del Alzheimer hacen de ‘Siempre Alice’ una propuesta que cumple con lo que se propone: Mostrar la vida de una persona que deja de ser ella misma y de cómo sus familiares son testigos de su desgracia. En su honestidad, el film encuentra su mejor defensa y es una de las películas más interesantes de los Premios Oscar de 2015.