La comedia romántica, aquella que ha sido vista desde tantos ángulos, que realmente es difícil aportar algo nuevo. Cierto es que la ejecución correcta y una coherencia en el guión le dan mayor calidad a la película, así como unos personajes empáticos y unos secundarios carismáticos. La coproducción hispano-argentina ‘Sexo fácil, películas tristes’ es un nuevo intento de darle una vuelta de tuerca más, si cabe, a este género. Presentado en el Festival de Málaga y premio al Mejor Actor, se trata de la ópera prima del argentino Alejo Flah.
Pablo es un guionista de Buenos Aires que recibe el encargo de escribir una comedia romántica clásica, sin experimentos ni arriesgada. Al ser coproducción con España, la película debe estar ambientada en Madrid. Como Pablo vivió varios años en la capital española y cono bien el género, para él no supone ningún problema. Y es así como surge la historia de amor de Víctor y Marina. Sin embargo, la escritura no será fácil y, debido a los problemas sentimentales del guionista junto con una crisis creativa que sufre, hará que esta relación amorosa de película no será tan fácil de realizar.
Ya desde el primer momento la película es coherente. Desde el minuto uno se presenta a la película como una comedia romántica que seguirá los patrones clásicos. Sin embargo, y ahí resulta lo novedoso, de repente esa historia romántica de final feliz se para y se entra en la vida del narrador, el guionista que ha creado a los personajes. Con lo cual, la cinta realmente son dos combinadas en una. Por un lado ese entrañable relato de amor en el que Víctor y Marina recorren un Madrid bello, colorido y lejos de la estampa de postal. Por otro lado, está la vida de Pablo, el guionista que intenta superar la ruptura con una novia con la que llevaba tiempo. Con lo cual, las dos cintas se convierten en dos caras de una misma moneda: El amor.
Por un lado el relato en el que chico conoce chica y se enamoran es la historia que todo el público desea ver. Por desconectar, porque los cuentos gustan, quién sabe, el caso es que rara vez se quiere ver qué pasa tras ese beso de reconciliación con el que se pasa a los créditos finales. Sin embargo, y esto lo hace original y diferente, con la desastrosa vida de Pablo se puede ver cómo puede ser lo que pase cuando los créditos clausuran un filme.
‘Sexo fácil, películas tristes’ es realmente una agradable sorpresa y un debut interesante del guionista Alejo Flah. El argentino cierto que arriesga pero en su justa medida, algo normal si quiere ser un cineasta reconocido, y que su experiencia en otras obras como la cinta ‘Séptimo’ o la serie ‘Vientos de agua’ le ha servido para contar dos bellos relatos, cada uno igual de interesante. También hace que esta propuesta valga la pena verla su excelente elenco. Quim Gutiérrez y Marta Etura ya han demostrado su química, con esta, tres veces, tras sus excelentes actuaciones en ‘AzulOscuroCasiNegro’ y ‘Los últimos días’. Aquí se desenvuelven estupendamente en una comedia que, y esto es un apunte positivo, parece francesa. Madrid reluce como si fuera el París de ‘La delicadeza’ o ‘Juntos, nada más’ y eso se agradece. También está la contraparte del idilio amoroso, Ernesto Alterio, el actor argentino vuelve a demostrar sus grandes dotes interpretativas. Es uno de los más versátiles que se ha podido ver de su generación, el acento de su país natal le asienta. En la cinta, el aura de tipo fracasado que envuelve a su personaje es notoria pero más por su lenguaje no verbal que por sus frases, que son consecuencias de esos pensamientos que Alterio transmite a la perfección.
Con todo, ‘Sexo fácil, películas tristes’ (inadecuado título para una cinta que en Argentina se llama ‘El amor y otras historias’, más en la línea de lo que es la cinta) no es la gran película del año pero sí una propuesta interesante, agradable, feel-good, un correcto inicio –que recuerda al que tuvo David Pinillos con ‘Bon Appétit’, otra historia romántica de calidad y ambientada en Suiza– que vale la pena visionar. A nadie le amargará ver una cinta que deja tan buenas vibraciones, y estas sí son reales.