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‘Mr. Turner’ (Mike Leigh, 2014)

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Prefiero una locura que me entusiasme a una verdad que me abata”, dijo el poeta y escritor alemán Christoph M. Wieland, autor de obras como ‘Oberón’ o ‘Juno y Gamínedes’. La vida y arte del pintor británico J. M. W. Turner fue una entremezcla entre su pasión por los paisajes naturales, haciendo hincapié en la luz y el mar. Turner fue una figura polémica en su época; miembro reconocido de la Royal Academy of Art de Londres, era alabado y despreciado al mismo tiempo por la alta nobleza, la burguesía y la realeza de la era victoriana. Su cuadro ‘El temerario remolcado a dique seco’ es su obra más representativa y exhibida con orgullo en la Galería Nacional de Londres.

Figura clave del Romanticismo y precursor del Impresionismo, el cineasta Mike Leigh ha sabido llevar a cabo este desafío sobre retratar justo la vida de un hombre que retrataba. Leigh es un hombre de método, de observación del individuo. Con ‘Mr. Turner’ no se aleja de su sello personal pero, se mimetiza en la mirada del desdichado pintor para mostrar la belleza, la desazón y la genialidad que le llevó a crear arte.

Leigh es considerado un director con un sutil mensaje social, que lo estructura mejor que su compatriota Ken Loach. Filmes como ‘Secretos y mentiras’ o ‘El secreto de Vera Drake’ lo atestiguan. Y es que este cineasta sabe mantener un equilibrio entre lo social, lo personal y lo histórico. Con esta propuesta, se muestra, ante todo, a un hombre atormentado por un pasado traumático, atrapado en su único amor al arte, un misántropo que huye de las relaciones personales y que tiene a su padre como fundamental apoyo. El Turner de Leigh es uno de los personajes con más matices que ha creado en su carrera. Una figura que rebasa la locura en cada obra que crea, un hombre que con sus gruñidos, miradas y rebuznos muestra lo animal que puede ser la persona pero cómo esa esencia se transforma en arte.

Para tal función, el británico ha contado con la ayuda de Timothy Spall, recurrente partenaire en la filmografía de Leigh. Spall es un actor de método que, al igual que ha hecho el cineasta, se mimetiza y trasforma magníficamente en Turner con una naturalidad que asusta. Cuando comenta que cuando se ve en el espejo ve a una gárgola, se vislumbra todo su ser. Turner no fue un hombre comprendido y menos en sus últimos años de vida, que fue cuando creó sus obras más revolucionarias. No es extraño que haya sido elegido como mejor actor en Cannes y los Premios de Cine Europeo. Leigh ha sabido elegir sabiamente lo que exhibe en este largometraje: sólo los últimos 25 años de vida del pintor. Muy acertados los colores pastel que imperan en todo el filme.

‘Mr. Turner’ no es un biopic convencional. No hay tres claros actos de descubrimiento, pasión y desamor y posterior encumbramiento y redención. Se inicia a mitad de vida, como si se deseara mostrar un documental fidedigno, espontáneo y verosímil. Un filme que no escatima en sacar lo mejor y lo peor tanto de su protagonista como de sus secundarios y de una sociedad que tendía al cinismo.

El sol es Dios” es la última frase que dijo el pintor en su lecho de muerte. El pintor de la luz, el monstruo de sentimientos, el hombre solitario, amargado y depresivo, el apasionado por una viuda. Todo es plasmado cuidadosa y detalladamente en este ‘Mr. Turner’. Como realizó recientemente Martin Provost con ‘Violette’ sobre la vida de la escritora francesa Violette Leduc, Mike Leigh demuestra que sigue sabiendo crear obras maestras. Quizás se le puede echar en cara un exceso metraje, pero es perdonable por esa capacidad de plasmar personajes tan sumamente complejos como el señor John Mallord William Turner.

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