Crítica de ‘Licorice Pizza’, por aquellos años de juventud (Paul Thomas Anderson, 2021)

Es la historia de Alana Kane y Gary Valentine, de cómo crecen juntos, salen y acaban enamorándose en el Valle de San Fernando en 1973.

‘Licorice Pizza’, la nueva película de Paul Thomas Anderson, ha llegado a España antes de su estreno oficial. Lo hace en 70 mm, en algunos cines seleccionados (en mi caso fue el Phenomena de Barcelona). Protagonizada por Alana Haim y Cooper Hoffman, enormes ambos y con una química bestial en pantalla pese a ser noveles, el film relata la historia de Alana Kane y Gary Valentine, su primer amor, en el Valle de San Fernando durante el verano de 1973.

Fotograma de 'Licorice Pizza'
Fotograma de ‘Licorice Pizza’

La narración de la cinta, edificada por algunas elipsis, es eficaz a la hora de contar la relación entre estos dos jóvenes, esto es, los hechos que vemos son una selección de retazos vitales que, por una u otra razón, en esta pareja son dignos de recordar. Un cuento con motivo, pero sin apenas orden que adquiere coherencia en la voz del tiempo, tiempo remoto que ya no volverá, o sólo, si se quiere, se evocará con la palabra, perpetuamente imprecisa. El enamoramiento, la pasión, el amor y el desamor, la euforia y la tristeza, la belleza y la fealdad, lo ingenuo y lo malicioso, el encuentro y el desencuentro. Es imposible guardar la experiencia (o al menos, en su totalidad) mediante la palabra, con lo cual contar “lo ocurrido” es en realidad referir “invención”. La narración de todo se desarrolla a través de una mezcla voluntaria de memoria de lo sucedido (realidad) y memoria de lo soñado (ficción). La memoria siempre como dedo tembloroso. Y como sucedió en ‘Once Upon a Time…in Hollywood’, la película del director norteamericano, aparte de ser políticamente incorrecta en estos tiempos de nueva censura, crea un universo ficcional y una realidad posible y válida. Un ejercicio de ficción nostálgico y fabulador por un pasado que inventa, idealiza y sublima, lo que no exime de la presencia de elementos autobiográficos del propio director.

Cuando hablamos de Paul Thomas Anderson nos referimos a uno de los mejores realizadores cinematográficos en activo. Su puesta en escena en ‘Licorice Pizza’ es clásica, pero al mismo tiempo moderna, la cámara no para de desplazarse, puro movimiento con planos secuencia bellísimos acompañados constantemente de una estupenda banda sonora. La extrañeza y la peculiaridad del humor son maravillosos, con algunos personajes secundarios tremendamente divertidos. En suma, esta personal y libérrima coming-of-age, aunque accesible al gran público, es fascinante y altamente disfrutable.

Tráiler de ‘Licorice Pizza’.

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Overall
4
  • Originalidad
  • Fotografía
  • Montaje y edición
  • Música
  • Guion
  • Interpretaciones
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Puntos fuertes

  • La química que hay entre los dos protagonistas.
  • La libertad de la cinta, ajena a lo políticamente correcto.

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