Cierto es que cuando se hace una película de una serie de televisión es difícil poder estar a la altura de las expectativas como largometraje, siendo la mayor parte de las veces un episodio extendido. Sin embargo, hay honrosas excepciones como la cinta de animación ‘La oveja Shaun: La película’, basada en la serie homónima de la BBC, que a su vez, parte como spin-off de los conocidísimos ‘Wallace y Gromit’.
Cuando Shaun decide tomarse el día libre y divertirse un rato, su día se vuelve mucho más loco de lo que ella podía imaginar. Una confusión con el granjero, una caravana y una colina con demasiada pendiente, la llevará a ella y a la pandilla a la gran ciudad. Shaun deberá encontrar la forma de volver todos juntos a la tranquilidad de la hierba verde de la granja.
Los estudios de animación británicos Aardman son todavía artesanos a la antigua usanza que sobreviven dentro de un mundo donde la animación 3D es la imperante. Sin embargo, Aardman sigue resistiendo dando series y películas hechas por stop-motion, una de las más formas más dedicadas para hacer animación. Para su sexto largometraje producen su primera producción basada en una serie de televisión (puesto que los inmortales ‘Wallace y Gromit’ venían de cortometrajes).
Costaba creer que una producción que venía de tiras episódicas de entre 6 y 8 minutos pudiera convertirse en un filme de 85 minutos, especialmente porque esta una serie que no tiene prácticamente diálogos, cosa que también sucede en la cinta. Por eso, la exquisita habilidad de crear un universo cinematográfico propio y que la película no decaiga en ningún momento sin tener diálogos, es de un mérito extraordinario.
El público infantil, los niños y su humor inocente y blanco no habrán tenido mayor conexión con una película como puede ser con ‘La oveja Shaun’. Una experiencia cinematográfica equilibrada entre lo didáctico y lo artístico; algo que sólo podía hacer Aardman, sobre todo ahora que ha producido el filme a solas junto con Studio Canal dejando de lado esas etapas con DreamWorks y Sony.
Y es que el humor, la humanidad, el mensaje a favor de una comunidad que colabora unida, de solidaridad mutua, o el contraste entre ciudad y pueblo. Todo ello gracias a sus realizadores, Richard Starzak y Mark Burton, que también llevan el guion. Uno es más novato y con ideas más arriesgadas y el otro es un veterano de la comedia que sabe cómo encauzar esas ideas. Ambos han hecho un estupendo equipo para mostrar una película llena de carisma, humor y llena de humanidad pese a que sus personajes son ovinos. Y todo sin decir ni una palabra, todo un homenaje al cine mudo.
Los espectadores más niños la disfrutarán gracias a sus personajes carismáticos (esa oveja Shaun, protagonista absoluta que cuesta creer que aparecía como secundaria en un corto de ‘Wallace & Gromit’ allá por 1995; las otras ovejas, correctas secundarias y una manifestación del poder colectivo; el perro Bitzer, más irreverente que nunca; el policía de animales, gran villano odioso; y ese Granjero, una metáfora clara sobre la riesgo de perder nuestra conexión con la naturaleza), los adultos con ese mensaje más profundo y sus momentos llenos de humor que carecen de generación. ¡La granja se ha rebelado! ¡Pero de qué manera!
Aardman lo ha vuelto hacer, no pierde la frescura ni el buen hacer de películas. Cierto es que, debido al dedicado esfuerzo de elaboración, no se puede prodigar mucho por las grandes salas pero cuando aparecen, la huella que dejan es asombrosa.