Si hay algo que se le debe valorar a ‘Héctor y el secreto de la felicidad’ es su franqueza a la hora de exhibir sus cartas. Basada en la novela homónima del francés François Lelord, su obra está considerada un libro de autoayuda. Esa cuestión se convierte en un arma de doble filo para la última película dirigida por Peter Chelsom.
Héctor es un psiquiatra londinense con una vida apacible y anodina. Vive tranquilamente junto a Clara, su novia desde hace varios años y que se dedica a la creación de nombres para fármacos. Sin embargo, hay algo en la vida de Héctor que no funciona. Cuando una paciente le descubre varios defectos personales, el psiquiatra se da cuenta de que no sabe exactamente qué es la felicidad. Es por eso, que decide viajar solo por varias partes del mundo y encontrar el secreto que lleva al ser humano a querer ser feliz.
El nombre de Chelsom es sinónimo de comedia romántica. Ha tardado cinco años en dirigir un nuevo proyecto, después del éxito de taquilla ‘Hannah Montana: La película’, un film que gracias a los actuales escándalos de su actriz protagonista ha conseguido evitar ser una producción efímera en el tiempo. De hecho, salvando las distancias, esta propuesta que llega a las salas españolas sigue marcando la tendencia positiva del realizador británico.
Para esta producción, el director deja de lado las dudas existenciales de una cantante de pop que lleva una doble vida para retomar un tema que ya trató en otros films suyos, ‘¿Bailamos?’ o ‘Enredos de sociedad’: La infelicidad de una vida plena. Nada más empezar el largometraje, se presenta a un personaje entrañable y con el que se pueda conectar con rapidez. Sin embargo, las carencias afectivas del protagonista no se saben mostrar del todo, dejando un hombre reprimido en sus sentimientos pero sin explicar realmente el motivo de tal ensimismamiento provocando que su imagen se vuelva insulsa y hasta algo cansina. Es verdad que la interpretación de Simon Pegg logra salvar a su personaje gracias a las dotes innatas del británico para la comedia. No sólo Pegg está correcto, el realizador ha sabido seleccionar un acertado elenco de secundarios con nombres de actores de la talla de Stellan Skarsgård, Jean Reno, Christopher Plummer, Toni Collette y, especialmente, Rosamund Pike que hace de estupenda partenaire de Simon Pegg y que le sirvió como calentamiento para su magnífica interpretación en ‘Perdida’.
‘Héctor y el secreto de la felicidad’ navega entre lo ingenuo, las buenas intenciones y la comedia amable. Esa combinación no es mala pero no es para producir una película que deje huella. Es cierto que evita los errores de ‘Come, reza, ama’ y no se convierte en una postal para turistas occidentales con problemas existenciales pero tampoco logra entrar de lleno en una cuestión real hacia el camino hacia la felicidad. Es más, la línea que va siguiendo consigue que se convierta en una proposición predecible y con una candidez que, no empacha pero que tampoco satisface.
Así pues, la nueva propuesta gentil del cineasta inglés continúa con la línea que ha llevado en sus últimos largometrajes y que recuerda a elegantes telefilmes alemanes como ‘Un verano en Alsacia’ o ‘La novia prometida’. Gracias a sus bellos paisajes y a la bondad que desprende, la película avanza con una rapidez que el público agradecerá. Al menos, ‘Héctor y el secreto de la felicidad’, sí conseguirá llegar a uno de sus objetivos: El de hacer sonreír.