En el 2012, ‘Carmina o revienta’ revolucionó el sistema de distribución cinematográfica. La ópera prima de Paco León no fue un éxito de masas pero sí creó una saga de cine, “la carminista”, a la que da fin con esta continuación.
Al igual que sucedía con la primera parte, Paco León vuelve a querer innovar en el sistema de distribución de cine en España. La película fue preestrenada en 100 cines de todo el país un día antes para provocar un “boca-boca”.
Si ‘Carmina o revienta’ era un falso documental acerca de la vida Carmina Barrios, madre en la vida real de León, con ‘Carmina y amén’ el proceso evoluciona y hace que el espectador se vuelva testigo de la vida de esta entrañable matriarca. Con el primer filme, Paco León nos muestra a los personajes. Ahora que son conocidos se ve la verdadera intención del director. La película tiene la virtud de tener una conexión con su predecesora pero permite que un espectador que no ha visto la primera cinta no necesite visionarla para poder apreciar la segunda. La película toca varios temas: La muerte, la crisis económica, la falta de ayuda social hacia las personas dependientes y sus familiares, las “mafias” de barrio o la ocupación ilegal de espacios entre otros.
Incluso en clave de comedia, ‘Carmina y amén’ tiene un trasfondo oscuro, una realidad que si no se ve de esta forma sería difícilmente masticable para la audiencia. Paco León es muy hábil a la hora de utilizar influencias artísticas pasadas. Se pueden ver influencias de las películas de Pedro Almodóvar con las conversaciones de las vecinas de barrio; se observa también influencia de la novela ‘Cinco horas con Mario’ de Miguel Delibes; también se nota inspiración de Rafael Azcona, guionista de filmes como ‘Plácido’ o ‘El año de las luces’; se puede tomar también como una mirada cómica y ácida del cine realista del rumano Cristian Mungiu; y hasta se puede ver influencias del neorrealismo italiano.
Aunque se le ven las fuentes, no se puede olvidar que se está ante un realizador casi novel y que logra coger todas esas contribuciones artísticas y hacerlas suyas. El actor convertido en director aprueba muy holgadamente con esta segunda parte que supera con creces a la primera. Incluso así, esta película carecería de sentido sino fuera por una gran Carmina Barrios, que consigue volver a dar vida su álter ego homónimo con la misma frescura que la primera vez. La actriz vuelve a ser espontánea y a reírse de sí misma. Provoca empatía y consigue que el espectador disfrute de su compañía a lo largo de toda la proyección. Barrios sostiene todo el peso de la cinta y eso no es nada sencillo.
Pese a que se está ante una más que recomendable película, ‘Carmina y amén’ está hecha para un público selecto. Y se utiliza la palabra “selecto” porque más de un espectador se quedará en la primera capa de la película, ese barniz de chonismo, barrio periférico de ciudad, ambiente localista, costumbrista y regional. Sin embargo, el espectador menos prejuicioso irá más allá. Paco León homenajea no sólo a su madre, sino a una imagen que puede representar a una España alejada de las grandes capitales, asolada por una grave situación económico-social y que lucha como puede para salir adelante. Paradójicamente, la película se entendería mejor fuera del país que dentro.
León finaliza la saga “carminista” por la puerta grande, lo hace de manera inteligente y evita que su saga pueda convertirse en una caricatura de sí misma. Porque ‘Carmina y amén’ es una película que dignifica al costumbrismo español, una oda a la muerte con un humor muy negro.