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CORTOPILAR 2018 (14 de Noviembre): El murmullo del olvido

Crítica de los cortometrajes que se proyectan el 14 de Noviembre de 2018 en el Festival Cortopilar

Aunque con frecuencia lo obviemos, el olvido no es más que la dosis de opio que traemos por defecto los seres humanos. El olvido nos permite volar sin ser conscientes del peso, mirar sin pensar en la perspectiva, avanzar sin tener en cuenta el camino andado. Éste es uno de los mecanismos necesarios que utilizamos para sobrevivir en nuestro día a día y evitar la paralización por exceso de información; sin embargo, el olvido contiene el reverso tenebroso de ser la base sobre la que se construye la sociedad, quien erige el pilar de la normalidad y aparta hacia los márgenes a los olvidados, es decir, a todo(s) aquello(s) que no cabe(n) en su torre de marfil. Afortunadamente, el olvido (como el opio) tiene un efecto siempre transitorio que, de un modo u otro, siempre nos devuelve a la realidad, pues el olvido nunca es definitivo sino que se mantiene vivo tras un pequeño murmullo que conseguimos ignorar con facilidad pero que, en ocasiones puntuales, encuentran su altavoz para recordarnos que lleva demasiado tiempo en el letargo. Esta será en parte la función o la historia que al final nos intentarán contar todos los cortos de hoy de Cortopilar: cómo los olvidados pueden alzar su voz, ya sean personas que se salen de los cánones, personas que se ven obligadas a emigrar o incluso la propia naturaleza.


72%

España, 2017 (20′)
Director: Lluís Quílez
Género: Drama
Intérpretes: Diaryatou Daff, Ferran Gadea, José García, Francesca McGill, Florin Opritescu
SINOPSIS:
La falta de agua potable ha cambiado las normas de la sociedad tal y como la conocíamos. Aquellos que todavía no han muerto intentan sobrevivir en un entorno hostil y desolador. Compuestos por un 72% de agua, los seres humanos necesitan mantener estable ese porcentaje para no romper el frágil equilibrio del que depende su vida.

 

RESEÑA:
‘72%’ es un cortometraje de factura técnica impecable y arriesgado que cuenta con un mensaje potente detrás: ante los problemas medioambientales el ser humano es más el problema que la solución. De corte claramente alegórico plantea cómo intentamos aprovecharnos y monopolizar los recursos naturales a través de la avaricia (el señor trajeado), la soberbia (el chico con barba), la religión (el chico con las piedras) e incluso la propia reproducción (la madre). Si algo juega en su contra es su duración y las libertades tomadas para la alegoría y el onirismo que le restan realismo y, por tanto, dramatismo y potencia.  En cualquier caso, más allá de ser un error, parece ser más una apuesta y una visión del director y guionista Lluís Quílez, pues, tal y como dice en su web, para él “Dirigir es crear un mundo inexistente y capturarlo. Un mundo basado en la realidad pero único al mismo tiempo, inaccesible y con su propia lógica.”.

Cortometraje nominado a Mejor Director para Lluis Quílez, Mejor Guión para Lluis Quílez y Sandra Travé, Mejor Fotografía para Alberto Bañares, Mejor Maquillaje y Peluquería para África Pérez,
**Puedes leer una estupenda reseña de ‘72%’ en Fiebre de Cabina


CERDITA

España, 2018 (14′)
Director: Carlota Pereda
Género: Social, adolescente
Intérpretes: Laura Galán, Paco Hidalgo, Elisabet Casanovas, Sara Barroso, Mireia Vilapuig, Jorge Elorza.
SINOPSIS:
Sara es una adolescente con problemas de obesidad que vive atemorizada por las burlas de unas niñatas, de vacaciones en su pueblo. Ni siquiera Claudia, amiga de la infancia, sale en su defensa cuando le acosan ante un Desconocido y le roban la ropa en la piscina. El largo camino de vuelta marcará lo que le quede de vida.

 

RESEÑA:
‘Cerdita’ es un cortometraje punky para todos los públicos. Es uno de esos cortos sencillos que disimulan su verdadera influencia estética tras la cotidianeidad de su historia y que te acaban ganando por sus apabullantes interpretaciones, empezando por una impresionante Laura Galán que clava la fragilidad absoluta de su personaje sin caer en el dramatismo fácil y sin decir ni una sola palabra. Por supuesto, buena parte del mérito proviene de la directora y guionista, Carlota Pereda, quien decide filmar la historia de su protagonista con la distancia de quien no se quiere entrometer mediante el contraste entre la calidez de una película veraniega y la crudeza y repugnancia moral de los abusos, al tiempo que nos lleva, como toda historia de alma punk, al terreno de la provocación. 


EL SOL DE IPANEMA

España, 2018 (15′)
Director: Victor Vicente Villacencio
Género: Drama
Intérpretes: Luis Bermejo, Elsa Chaves, Jonás Arroyo, Ander Manero, Paola Matienzo, Germán Fabre
SINOPSIS:
Una visita en familia al supermercado en un tarde de sol brillante. Todo está aparentemente bien, pero el pasillo del supermercado es muy diferente al pasillo donde merodea Luis. De vuelta a casa, Nieves tendrá que enfrentarse a los problemas de su matrimonio.

 

RESEÑA:
Probablemente, la mejor forma de analizar ‘El sol de Ipanema’ sea a través de su título: por una parte, ‘Ipanema’ parece querer simbolizar, a través de esa apelación a uno de los barrios más conocidos y lujosos de Río de Janeiro, a un cierto mundo de apariencias y pose social donde todo parece perfecto pero detrás del cual se esconden muchos secretos tras sus sombras; complementariamente, la aparición del ‘Sol’ puede parecer hacer referencia inicialmente a ese supuesto ambiente «soleado» que invade todo el corto, pero según avanza lo que parecer querer indicarnos es cómo esas sombras quedan iluminadas por fin, dando lugar al despertar de sus protagonistas.  Con ello, lo que nos trae ‘El sol de Ipanema’ es uno de los temas habituales del cine: los secretos de un matrimonio. Sin embargo, este nuevo paseo por un leit motiv común resulta un arma de doble filo. Por una parte, el corto tiene algunas escenas magníficamente bien pensadas, como ese encuentro junto a la lavadora o, sobre todo, el montaje paralelo entre el supermercado y el parque a ritmo de samba, estableciendo esos dos universos aparentemente dispares en un proceso común de selección y compra; por otra, a pesar de esas escenas brillantes y de ese interesante despertar y asunción de su protagonista, uno siente que, a pesar de su corrección, apenas consigue salirse del todo de los lugares comunes ya tantas veces transitados. 

 


UNO

España, 2018 (10′)
Director: Javier Marco Rico
Género: Drama
Intérpretes: Pedro Casablanc, Diaryatou Daff, Manuel Toro
SINOPSIS:
Una embarcación encuentra un móvil en una bolsa de plástico flotando en el mar. No ven a nadie a quien pueda pertenecerle, pero el móvil empieza a sonar.

RESEÑA:
De todos los cortometrajes de la sección oficial, éste (con perdón del estupendo ‘Zero’, que se proyectará mañana) es el que más despierta el murmullo del olvido. Si bien hace unos años el drama de los refugiados y de la inmigración parecía estar en todas las conversaciones del día a día, hoy por hoy el murmullo ha vuelto a quedar apagado por su falta de rentabilidad mediática a menos que alguien o algo, como este estupendo ‘Uno’ vuelve a resucitarlo. Al igual que hacía Rodrigo Sorogoyen en el impactante ‘Madre’ que se llevó a casa los grandes premios de Cortopilar el año pasado, en esta ocasión también contamos con una historia cuya tensión proviene del otro lado del teléfono y que nos recuerda cómo a través de la historia de un individuo podemos llegar a entender el drama de todo un grupo y, con ello, el de toda una sociedad. 


SANS GRAVITÉ

Francia, 2018 (8′)
Director: Charline Parisot
Género: Drama, Animación
SINOPSIS:
Un astronauta busca trabajo, pero no parece fácil enfrentarse a un mundo con gravedad. 

RESEÑA:
El cine de animación se está convirtiendo en un formato inmejorable para transmitir con absoluta delicadeza y ternura los grandes temas de la humanidad. Al igual que en aquellos incomparables 10 primeros minutos de ‘Up’ (2009, Pete Docter) donde se nos hablaba del amor, de la muerte, del luto e incluso del aborto, en los 8 minutos que dura ‘Sans gravité’ podemos ver cómo se trata uno de los temas más recurrentes de nuestra sociedad, a saber, la reincorporación a la misma de todos aquellos que provienen de una situación excepcional. Si bien en este caso de lo que se nos habla con un tono simpatiquísimo es de las dificultades que tiene un astronauta para volver a formar parte de la vida laboral, esto no deja de funcionar como una metáfora mucho más amplia que nos puede llevar a pensar no sólo en la extrapolación fácil de los soldados que han tenido que participar en una guerra, sino también en todos aquellos que, a lo mejor, proceden de otra cultura o de otra realidad y a los cuales apenas les ofrecemos el espacio o las posibilidades de encajar en una realidad a la que no pertenecen. Y, para eso, a veces basta solo con ver que si conseguimos ver más allá de cascos y trajes lo que podemos encontrar es la absoluta fragilidad de una persona. 

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