Sabedora de la importancia del testigo heredado ‘Blade Runner 2049’ camina con paso firme por un glorioso sendero de solidez cinematográfica. El excelente legado de Ridley Scott podía suponer un falso punto de apoyo para el reto asumido por Denis Villeneuve, pero la indiscutible calidad de la filmografía que le precede no han dejado margen a la decepción, ‘Blade Runner 2049’ es mejor que su antecesora, no por la evolución de la tecnología, sino por su impecable dirección.
Un absoluto tributo a la película de 1982, Villeneuve conserva su esencia original siendo capaz de ensalzarla en todos los aspectos, empezando por un Ryan Gosling que sigue enamorando con su comedida y absorbente expresividad, una interpretación sin duda muy por encima de la del joven Harrison Ford de la primera película. El poder de seducción del nuevo trabajo del director canadiense es magnético, fiel a su estilo narrativo no cae en la tentación del exceso de hiperventilación de tantos títulos actuales, el ritmo pausado tiene un aura hipnótica que imperceptiblemente hace suyo al espectador.
‘Blade Runner 2049’ es una delicada pieza de orfebrería hecha con mucho mimo y en la que todo encaja a la perfección. Sutil y potente a la vez, una película elaborada con precisión por un auténtico artesano del cine, un impecable espectáculo visual.