¿Cómo salir del cine con una gran sonrisa en la cara y la fantástica sensación de haber degustado cine del bueno? Tom Cruise, Doug Liman y Gary Spinelli tienen la respuesta, se llama ‘Barry Seal: el traficante’. Una interesante historia real narrada con inteligencia, humor y agilidad que cambia la crueldad, sangre y balas del género por un refrescante y descarado tono. Michael Bay hizo lo propio con la solvente ‘Pain & Gain’, siendo la de Liman mucho más comedida y menos absurda en su planteamiento.
Una de las cintas más redondas en lo que va de año, con el permiso de la excelente ‘Dunkerque’, protagonizada por un fantástico Cruise, sin duda el mejor en tiempo. Liman apuesta por hacer que quieras dar un abrazo a uno de los mayores traficantes de droga de Norteamérica, y créeme que después de ver ‘American Made’ se lo darías a todo el equipo de rodaje, desde el encargado de la fotografía hasta al compositor de su notable banda sonora.
‘Barry Seal’ es como un polvo de aquellos que quedan, no el mejor, ni el más pasional, ni el más provocativo, sino aquel que tiene de todo un poco. Un inicio que entona captando toda tu atención, la justa diversión para levantar el ánimo sin convertirse en una comedia y una experiencia delicada pero atrevida cuyo resultado no es explosivo pero si te deja bien a gustito. Un entretenimiento de nivel, con personalidad y mucho encanto.