Una historia sobre la incomprensión del amor y el desamor, el miedo a ser y la capacidad mimética de los sentimientos, narrada con sobriedad pero débil en el latir de su corazón. ‘Ana, mon amour’ es un elegante relato de mentes rotas e incomprendidas con capacidad reflexiva, pero carente del nervio necesario para hacerte sentir de verdad.
Después de conseguir el Oso de oro en el Festival de Berlín con ‘La mirada del hijo’ el director rumano Calin Peter Netzer ahonda de nuevo en el género dramático, llevando a ‘Ana, mon amour’ a través de unas solventes interpretaciones a un contexto en el que el entorno social cobra la relevancia suficiente para compensar la falta de potencia de la parte más emocional de su guion.
El amor o la desesperada necesidad de huir de la soledad, la superación causante del derrumbamiento, la falsa visión del tú reflejada en el yo y para mí. Netzer nos ofrece un cóctel bien mezclado, de interesante contenido pero que al dejarlo reposar se descubre como un San Francisco al que sin duda hubiera desinhibido un poco de alcohol.